Teoria de un universo auto creado por Jean claude en Barcelona

Elogio de un universo auto creado.

Puede que un día el hombre descubra que en el vacío cuántico, hay una memoria... Henri Laborit

Hace treinta años tuve la intuición de una cosmología. Pero como no era científico de formación envié mi escrito a varios científicos franceses, Henri Laborit , Jean-Emile Charon y otros. Todos me respondieron y me animaron a seguir mis investigaciones. Durante los años que siguieron, adquirí los conocimientos científicos para poder articular mi intuición.
Desde el inicio de mis investigación un concepto de Henri Laborit fue fundamental para concretizarla: “La finalidad de las estructuras vivas es en primer lugar el mantener viva su estructura, sin este primero objetivo no habría vida posible ”.

Así años después tuve la idea de aplicar esta finalidad al universo en su totalidad, planetas, galaxias, desde los seres vivos hasta el mundo subatómico. La consecuencia de esta hipótesis es la realización de un modelo de universo que nace y se desarrolla a partir de su estado original: de la nada.
En abril 1988, a través de un correo, expuse a Henri Laborit mi idea de extrapolar su concepto de finalidad del vivo al universo en su totalidad. El me respondió que esta idea le parecía interesante e introdujo en la correspondencia la fotocopia de una página de un libro que él acababa de publicar: “Dios no me juega a los dados”. Me indicaba el siguiente apartado: “¿Cómo denominar lo que no tiene forma, pero solamente una frecuencia?” “¿Y una frecuencia de qué, puesto que estas ondas no son materiales, pero probabilistas como le vimos?” Para describirlos, es bonito tomar como ejemplo el de un estanque en el cual se lanza una piedra, la cual causa la aparición de ondas en su superficie. Ya que son ondas de algo, del agua, al interfaz del aire y del agua. La Frecuencia para mi, no significa “ni espacio ni tiempo”, sino “ciclos por segundo” (Hertz) o “espacio por tiempo”.
Esta misma noche intente de contestarle, pero concebir una teoría me costó veinte años de investigación para encontrar un modelo teórico que de una respuesta a sus interrogaciones. Fue un paso considerable en mis especulaciones asignando a la nada una memoria total. Una entrevista de Henri Laborit a Jacques Languirand de Radio Canadá, me demostraba cuánto nuestras reflexiones iban en el mismo sentido.

Durante esta entrevista Henri Laborit expresaba la siguiente idea: Un día puede ser que el hombre descubra que en el vacío cuántico, hay una memoria... Henri Laborit conocía el papel fundamental de la memoria en el fenómeno de lo vivo. Así, en otra entrevista afirmó: “Estoy seguro de que poseemos en nosotros mismos toda la historia del cosmos. Y una memoria asignada al universo en su totalidad, era la dirección de mis trabajos. Mi problema consistía en saber cuál era la naturaleza de esta memoria.
Por fin, un día del mes de junio del año 2008, desde mi imaginario se articuló un modelo del universo que me permitió establecer una respuesta a las interrogaciones sobre la naturaleza del gran vacío formulado por mi mentor, Henri Laborit. No tuve el tiempo de transmitirle mi descubrimiento, ya que un día del año 1995 Henri emprendió un viaje sin vuelta hasta las fuentes del universo para encontrar una respuesta a su existencia. Y estoy seguro de que su espera fue satisfactoria, a pesar de su aversión declarada para las especulaciones espirituales.

Según la percepción humana, el universo tiene un principio, pero entonces la cuestión es la siguiente: “¿Cuál sería la causa del nacimiento del universo?” El silencio de los científicos dejan la supremacía al discurso espiritual que propone el hipótesis de Dios para salir del misterio. Entonces la pregunta es: “¿Quien crea a Dios?” Pero la religión contesta que esto forma parte del ámbito de la fe. Y como prueba de la natura divina del universo, tenemos las escrituras divinas que asignan a Dios todas las características para ser el creador del universo.

Pero mi intuición era otra. E único concepto que me sugería esta capacidad de crear a partir del vació era la nada, definida por el término de “vacío cuántico” por los científicos. A través del “Efecto Casimir”, nos enteramos de que desde un punto de vista energético, el vacío cuántico no es inerte sino que oculta una energía considerable. Pero cambiar el concepto de Dios por el concepto de la Nada no nos soluciona nuestra pregunta: “¿Puede el universo ser su propia causa?” La lógica cartesiana nos enseñó que nada puede crearse uno mismo, y parece absurdo pensar que el universo habría existido antes de nacer. Sin embargo, después de varios años de reflexión, nuestra propuesta es que SI es posible.

Una de las ideas que compartí con Henri Laborit era que desde nuestro punto de vista la falta de perspectiva pluridisciplinaria de los físicos les llevaba a proyectar características de nuestro sistema nervioso sobre el mundo de la materia. Y una de las consecuencias de esta proyección era conceder al tiempo como dimensión física el pasado y del futuro.
Pero desde mi punto de vista el tiempo físico posee una única dimensión, el presente, así el futuro y el pasado son dimensiones psíquicas nacidas del funcionamiento de nuestro sistema nervioso.
Y defendí mi punto de vista con el discurso siguiente: “ El fenómeno vivo se construye sobre la base del fenómeno de la memoria. Sin memoria, no hay vida posible. Pero seguir el fenómeno de la memoria hasta su primera manifestación, es decir, el Big Bang, representa una dificultad teórica. La base esencial de nuestra hipótesis es imaginar que el Hylem es una sustancia con una memoria total.
Pero hablar de memoria es hablar de rastro, y estos rastros se asocian generalmente al segmento del tiempo pasado. Y el pasado en general se asocia ha un concepto de determinismo cerrado. Para el futuro, generalmente, no hay aún rastro. El futuro corresponde, en potencia, a todas las elecciones posibles de un sistema.
A nivel humano, es en nuestra neocorteza dónde se elabora el futuro. En consecuencia, cuanto más rico es el imaginario de un individuo, más capacidad tiene para encontrar nuevas soluciones a problemas antiguos. Henri Laborit utilizaba el siguiente ejemplo: Un recién nacido no puede imaginar nada, porque aún no ha integrado nada en su sistema nervioso del mundo exterior que le rodea. Así pues, a resultas de este ejemplo funcional de nuestro sistema nervioso, principalmente se vincula el futuro generado por nuestro sistema nervioso con nuestro imaginario. Prosiguiendo la definición del concepto de memoria, un nuevo concepto se impone: el tiempo. Antes del Big Bang, el tiempo no existe. El tiempo, tal como lo conocemos habitualmente, nace con la aparición de la materia. Pero nuestra cosmología implica otra visión del tiempo: el del Hylem, que existe bajo la forma de un presente inmutable y eterno. En oposición al tiempo después del Big Bang, que es un presente dinámico.
Para poner en evidencia la diferencia funcional entre estos dos conceptos del tiempo vamos a examinar el ejemplo siguiente: un hombre de cuarenta años observa la fotografía del niño de cinco años que era. Y, como le viene la nostalgia de su infancia, decide viajar hacia el pasado para encontrar al niño que era. En la hipótesis de pensamiento que proponemos mediante la ciencia actual, el encuentro se realiza entre el viajante que permanece en su presente, es decir un hombre de cuarenta años, y un niño de cinco años. Así pues, hay dos personas, ya que se imagina que existen dos tiempos. Pero para nuestra teoría la única dimensión del tiempo en que podrá viajar nuestro personaje es la dimensión del Hylem, una dimensión donde su psíquico puede estar en correlación con el espíritu del niño que él fue.
Así, según nuestra teoría, el viaje en el tiempo dinámico no puede ser una realidad, ya que el pasado no existe. Lo que existe es su rastro en la materia. El pasado es una dimensión del espíritu. En el universo de la materia, solamente existe el aquí y ahora. Un viaje en el tiempo dinámico es imposible, no se puede ni viajar al pasado, ni al futuro.”
Un artículo de un joven profesor de 27 años, Peter Lynds, originario de Nueva Zelanda, aportar argumentos más sólidos que mi intuición sobre la verdadera naturaleza del tiempo. Su modo de ver el tiempo es que no se detiene nunca, simplemente porque el tiempo no existe. El tiempo no es lo que permite el movimiento, sino que el tiempo es el propio movimiento. Y el movimiento es un proceso dinámico, por lo tanto el tiempo tiene una sola dimensión física: el presente.
Según Peter Lynds, sería necesario añadir que si la física es la física de lo continuo (topología, energía, campos, funciones de onda), el mundo de la información se distingue completamente a partir de la aparición de la vida. El tiempo de la información o el tiempo biológico es un tiempo discontinuo y no lineal que implica un tiempo de respuesta. Así -según él- existen varios tiempos: el tiempo físico, el tiempo biológico y del proyecto humano.

Según textos antiguos, al principio sólo tenemos la nada. Pero el potencial de existencia de la nada implica inexorablemente el potencial de existencia de su contrario, el ser. Así la pregunta es de saber cómo va a manifestarse este principio antagónico de la nada y del ser. El ser desde el punto de vista del pensamiento occidental es una dinámica antagónica a la nada. Pero nosotros la asociamos a la nada al concepto de vacuidad del budismo. La vacuidad no vacía, las cosas de su contenido, es su verdadera naturaleza. Según el budismo, todo es esencialmente vacuidad la mejor definición sería, la interdependencia, lo que significa que toda cosa depende de los otros para existir. Todo es por naturaleza interdependiente y en consecuencia vacío de existencia propia. Así desde punto de vista el ser y la Nada son interdependiente.

Y por lo tanto el universo preexiste en la nada, ya que la nada en su estado de vacuidad posee en él mismo todo los universos posibles, pasado, presente y futuro. Y en uno de estos universos posibles, con un Big Bang nace un universo, el nuestro. Y a un momento en este universo aparece la vida animada y el fenómeno de conciencia abstracta con los seres humanos.


En una primera etapa la conciencia abstracta limitó al individuo mismo y mas tarde al grupo social. Pero la historia nos dejó el testimonio de un ser humano que se identifica y se vuelve consciente del universo en su totalidad. Si el mundo es un sueño nosotros somos presos de los distintos determinismos de este sueño, pero hace dos mil años, un humano se despertó de este sueño y fue consciente dentro del sueño y nos informa de la existencia de otra realidad.

El reino de Dios esta dentro de ti
y en todo alrededor tuyo,
no esta en edificios de madera o piedra.
Divide un pedazo de madera y allí estaré,
alza una piedra y me encontrarás.
Jesús.
Según los Evangelios apocryphe de Thomas

La nada es la inexistencia, es decir el no ser, por definición la ausencia de toda realidad, pero el ser se revela a la realidad con el Big Bang. Una vez que nace el universo los físicos nos explican que su tejido de fondo está constituido de la energía del vacío. Y los físicos no explican que el vacío está lleno de energía, de campos y de partículas al estado virtual... Las partículas virtuales son partículas que poseen una duración de existencia muy corta. Y si del vació quántico la energía era todavía considerable, la energía que surgiría de la nada sería aún más considerable.

Pero el problema que se me plantea es que si el tiempo físico comienza con el Big Bang, hablar de lo que pasó antes parece desprovisto de sentido, y por lo tanto, si nada pasó antes del principio del universo, el debate de la causa del principio del universo es pues pierde su sentido. Pero poco importa el discurso, que el universo resulta ser una realidad inevitable, y ésta realidad es inevitable. Hemos definimos el período que existía antes del universo como el reino de la nada, pero como el término de nada posee una conexión nihilista que contradice nuestra visión, así vamos a redefinirlo por el término de Hylem. Este término fue inventado por Aristóteles para explicar la substancia inicial del universo. Así, también nos apropiamos del término Hylem para desarrollar nuestra cosmología.
Según nuestra hipótesis el Hylem posee una única característica, es “uno” y por lo tanto también es una memoria de todo lo que no es aún, de lo que será…

“Realmente, el principio reside en la energía y la energía sólo es nada de otro principio; la energía reside en el vacío y el vacío sólo es nada de otra energía: todo sólo es uno, no hay dualidad”

(Wang Fuzhi)


Pero una vez que atribuimos esta homogeneidad como principal y única realidad del Hylem, conviene que este estado permanezca así para toda la eternidad, ya que una única fluctuación, cuanta más pequeña sea y ya no se trata más de unidad. Y si se produce una fluctuación, la lógica funcional del Hylem implicará asimilarla para volver de nuevo a su estado inicial. Vista desde esta perspectiva, la finalidad del Ser se convierte en la finalidad del No Ser y la del No Ser en la del Ser. Aplicado a nuestro mundo, la finalidad de un universo diferenciado es la vuelta a un universo no diferenciado. Ahora que sabemos la finalidad última del universo diferenciado nos conviene definir el porqué de la ruptura de esta unidad primal y descubrir la verdadera naturaleza del Hylem.

- ¿Que hace el hombre a la sombra de este árbol?
- Parece dormir a puños cerrados.
- Despiértale, y pregúntale lo que hace.
- Maestro, él dijo que esta cabalgaba un caballo blanco para ir
a salvar a una joven muchacha, de las garras de un dragón.
¿Observaste algo de este tipo, cuando te pidió observar
en su dirección?
- No he visto nada de esto.
- Mi joven discípulo la realidad del universo esta echo de este
nada.(l’Hylem)

Rodolfo.


La consecuencia de nuestra hipótesis es concebir que el universo preexiste en el Hylem (la nada). Una visión de nada que posee en el mismo todo los universos posibles, pasado, presente y futuro. Pero, si el Hylem contiene un número infinito de universos, esta cantidad se reduce considerablemente si en el mismo deben nacer seres vivos y conscientes, como nosotros. Y además, si debe existir un individuo iluminado en el seno de esta especie que tiene que ser capaz de entender el universo en su esencia, es decir, en su aspecto espiritual, entonces conseguimos un único universo posible, el nuestro.
Esta visión lleva a pensar que el universo tuvo un primer objetivo de crear una conciencia exterior a él: la conciencia humana, y corresponde ahora al hombre inventar una finalidad que englobe a su especie y al resto del universo.

Así el Hylem sería el estado virtual o latente de la realidad, mientras que la materia sería el estado manifestado. Tenemos el Hylem que posee todo los universos posibles, lo cual implica que nuestro universo también está en el seno del Hylem. Una vez aceptemos este hecho debemos buscar en la historia de nuestro mundo un hecho que da prueba a este espacio de posibilidad, un acto o un ser humano capaz de dar testimonio de otra realidad al mundo. Efectivamente la historia ha guardado su historia. Él se llamaba Jesús de Nazareth, un ser que se identificaba al género humano a través del amor universal.
Así, nuestra hipótesis es la siguiente: en los mundos posibles que están en el Hylem, un espacio similar al mundo del soñador que un único ser se despierta y se vuelve consciente y el mundo de los sueños se disipará en torno él.

Calificar la esencia del universo de espiritual corresponde también a una visión científica, se llama el principio de incertidumbre de Heisenberg, para ser más precisos. Este principio nos enseña que una partícula sólo tiene “realidad” si se aplica una medida sobre ella, y además de esta medida modifica sus propiedades. La física cuántica describe la interacción del observador con el mundo, pero lo real no es accesible ya que tiene una esencia espiritual y no material.

Así, si nuestro mundo fuera un sueño, el conjunto de nuestra humanidad sería preso de los determinismos de este sueño. Pero hace dos mil años un humano fue consciente de estar en el interior de ese “sueño” y nos dio prueba de la existencia de otra realidad.

La visión que surge de nuestra cosmogonía es la de un universo que se crea mediante la intervención de un acto realizado en una dimensión, la nuestra, que obra recíprocamente sobre otra, la de la Nada. Así, visto desde esa perspectiva, las causas del Big Bang no se encontrarían en el pasado del universo, sino también en su futuro.

Para traducir esta visión en términos más científicos constatamos la idea de universo múltiple, concepto que se traduce en física cuántica a través del principio de superposición. Así, desde este punto de vista, una partícula puede ocupar varias posiciones a la vez. Para que el Hylem (la nada), caracterizado por una unidad fundamental, cree una visión exterior a él, debe existir una conciencia similar a la del hombre.
Pero, como el material básico que constituye de esta nueva conciencia es de origen divino (la Nada), llegara un momento donde inexorablemente deberá nacer un individuo conciente de esta dualidad original. Y, cuando estas dos conciencias se fusionan, el universo se revela en el mundo de la materia y se produce el Bing Bang.

Para entender la lógica de las interacciones entre estos dos niveles de realidad, conviene acordarse de que, en la física cuántica, a todo acontecimiento le corresponde un antiacontecimiento. Así, a toda partícula corresponde una antipartícula. Todo contacto de una partícula con su contrario, es decir, de la materia con la antimateria, se traduce por una aniquilación, una desaparición de los dos, con una liberación de energía (transformación de la masa en energía).

Así, si el hombre fuera una finalidad para el Universo, el objetivo que debe alcanzarse según el proceso del evolución de Darwin debería cambiar de ángulo. El hombre no viene del mono, sino que el mono es una fase indispensable para la aparición del hombre.

Esta visión da testimonio de un universo donde se entrelazan una dimensión regulada por un presente estático (la Nada) y una dimensión regulada por un presente dinámico, el nuestro. Y el espíritu de un ser humano consciente de su carácter divino se convierte en una singularidad espiritual que transciende su época y su espacio.
La cosmología nos enseña que si la gravitación hubiera sido muy ligeramente más baja en el universo, las estrellas nunca se habrían formado, y el carbono, el oxigeno y otros elementos necesarios para la vida, y en consecuencia para nuestra existencia, no se habrían formado. Si la gravitación hubiera sido incluso ligeramente superior que la actual, el universo se habría hundido sobre sí mismo y nunca habría formado grandes estructuras. Esta realidad sólo encuentra su lógica en el hecho de que a partir del Bing Bang todas las condiciones existen para que el universo se convierta en una realidad que genere la vida animada. Así, una vez que Jesús hubo muerto en la cruz, en el Hylem se cristalizó un átomo inicial portador de la voluntad de ser del hombre iluminado, y a partir de este momento la única finalidad que vuelve de nuevo al Hylem es hacer de este mundo una realidad.

Ahí tienes la revelación de que Jesús hizo a Judas tres días antes de las Pascuas. El relato comienza por una secuencia en la cual Jesús se une a sus discípulos que preparan la ceremonia. Jesús se ríe de sus actitudes, pero los apóstoles obviamente no comprenden, excepto Judas que le dice:
“Sé qué es y de dónde viene, del reino inmortal de Barbelo”. Viendo que Judas estaba dispuesto a ser iluminado, Jesús lo toma a un lado. Le enseña los misterios del Reino y le confiesa que será maldito por los apóstoles y los cristianos durante las edades.
El relato se acaba por una afirmación sorprendente de Jesús:
¿Excederá todos los otros, ya que sacrificará al hombre que me sirve de ropa?
Según el Evangelio de Judas.

En el momento en que Jesús está solo sobre su gólgota y recibe la caricia de la muerte, él ve encarnado por fin su verdadera cara de la muerte y entonces grita su desesperación: “¿Por qué me abandonó mi Dios? » Pero al instante de morir el hijo de Marie y de José entiende que el universo es “Uno”, que todos los hombres, los romanos, los sacerdotes, el pueblo que grita contra él, todos son Hijos de Dios. El amor universal que él predicaba no se aplica solamente en las sociedades humanas sino a todo el universo.
Así una vez que Jesús muere sobre su cruz, en el seno del Hylem se cristaliza un “átomo primal” portador de la voluntad de ser del hombre despertado y a partir de este instando la finalidad del Hylem es hacer nacer un universo con todas sus leyes fundamentales
donde el sueño del Cristo se convertirá en una realidad.

Henri Laborit, nuestro maestro se preguntaba si eran ondas de algo. En efecto son ondas de algo, y hoy puedo responderle que este algo es la personificación de la voluntad de existir del ser, porque para crear nuestra realidad el “Uno” se ha dividido en dos, la onda y la partícula que encierra en si misma un núcleo de Hylem. Así la onda puesta en evidencia por la física cuántica personifica el espíritu del “Ser” y esta onda se convierte en el vector del neguentropia del universo. Para entender la realidad del Hylem, conviene saber que, un núcleo de Hylem, tan minúsculo como sea siempre guarda el mismo potencial de energía, así, si nos desplazamos en un grano de Hylem del tamaño de una cabeza de aguja, caminaremos durante la eternidad sin encontrar su límite. Y la energía contenida en esta minúscula gota de Hylem sería similar a la energía contenida en una esfera de Hylem del tamaño de un planeta.

De este modo, la imagen del universo que nos aparece se ajusta a la teoría del Holograma de David Bohm y de Karl Pribram. Por ejemplo, en el holograma de una rosa cortada en dos, cada parte contiene la imagen entera de la rosa. En efecto, aunque las partes se dividan, cada fragmento de la película siempre implicará una versión más pequeña pero más intacta de la imagen original. Así según nuestra visión, Henri Laborit tenía razón de especular que tenemos en memoria toda la historia del universo.
Así, la realidad de un universo holográfico nos permite unir una visión científica y mística de la realidad.

Soy el objetivo, el apoyo, el señor, el testigo
La residencia, el refugio, el amigo, el origen
La disolución, la permanencia, el receptáculo
El germen, el inmutable.
Soy el calor, que retiene o deja ir la lluvia;
Soy la inmortalidad y la muerte,
Soy el ser y el no ser.

El Bhagavad Gîta (el borde divino)
Fragmentos de las enseñanzas de krishna.

Así, en el experimento de 1982 de Alain Aspect (corroborado por el de Nicolas Gisin en 1997) las partículas subatómicas como los electrones, son instantáneamente capaces de comunicarse la una con la otra, incluso si hay una distancia considerable que las separa. La razón es que en el núcleo de las partículas reside el Hylem, un sustancia que contiene en su memoria todos los actos pasado, presente y futuro del universo.
La otra paradoja de difícil solución es la experiencia del gato de Schrödinger. En 1935 este físico se imagina la experiencia siguiente: un gato está encerrado en una caja con una ventanilla. Esta caja dispone de un sistema destinado a matar el gato. Sin abrir esta caja, la lógica es saber si el gato está vivo o muerto. La lógica querría que tuviera un 50% de oportunidad de ser vivo y un 50% de oportunidad de morir, pero según la física cuántica, estos dos estados se superponen y cohabitan. En la función de onda, el gato esta muerto y esta vivo a la vez. La función de onda representa el universo del espíritu donde se superponen todas las realidades posibles y es la mirada del observador que va a fijar una realidad u otra.
En el momento en que el observador lo abre, desaparece la función de onda y sólo sigue el universo de las partículas. Así el observador forma parte de la realidad, así vivimos en un universo determinado a cada nivel de organización en función de las leyes fundamentales y la única manera de escaparse de cualquier determinismo es siendo consciente de su existencia que sea biológica, psicológica, familiar o sociocultural. El hombre aprendió a volar comprendiendo las leyes de la gravitación y lo utilizo en su beneficio, no suprimiéndola.

Estamos en una realidad donde es necesario devolver a César lo que es de César -el materialismo- y a Dios lo que es de Dios -la espiritualidad-. Pensamos que el hombre es la neurona del universo y su futuro es inseminar otros mundos en otras galaxias. Pero para cumplir este destino la humanidad tiene que ser uno. Las sociedades humanas tienen que tener como finalidad el bienestar de su próximo, sin importar su raza, su género o su condición social, es urgente asimilar el amor universal del mensaje del Cristo, antes que el pensamiento profético de André Malraux se transforme en realidad “El siglo XXI será espiritual, o no será. »